Elizabeth Bishop: poesía, amor y Brasil

Una vez el poeta y crítico norteamericano Randall Jarrell comentó que Elizabeth Bishop parecía “estar haciendo lo imposible estadística y estéticamente: escribía sólo los grandes poemas.”

Mucho antes de que fuera galardonada con el Premio Pulitzer, antes que se desempeñara como poeta laureada en los Estados Unidos, Bishop miró hacia adelante y vio el camino que se convertiría en su llamada: la poesía, esa manifestación, como diría la otra poeta, Mary Oliver, es la “parte salvaje, sedosa de nosotros mismos” .

Bishop, de una dura juventud a la plenitud literaria

El padre de Bishop murió cuando ella era solo un bebé de 8 meses y debido a esta pérdida su madre fue internada años después durante la adolescencia de la poeta. Criada por abuelos, posteriormente fue financiada por parientes cercanos de pocos recursos quienes la transportaron desde Nueva Escocia al norte de Boston. En una de esas estancias, Bishop fue ultrajada sexualmente por uno de sus tutores.

No es de extrañar que después de este episodio Bishop se convirtió en una persona tímida, asmática y con tendencia a la depresión que poco a poco ahogaba en alcohol. Sin embargo, Bishop pudo entrar en Vassar Collage, lugar donde encontró asidero. Durante su estancia en Vassar, Bishop conoció la poesía de Marianne Moore, quién posteriormente se convertiría en su amiga y su influencia directa, no solo a la hora de escribir poesía sino de encontrar las conexiones para relacionarse con escritores ya establecidos.

Bishop formó muchas amistades, sobre todo con mujeres. Sin embargo, forjó una importante relación con el poeta Robert Lowell. Algunos de los mejores poemas de Lowell eran reacciones a las cosas que Bishop había escrito. Él fue el primer lector de muchos de sus poemas. Su relación con Marianne Moore impulsó que en 1945 y alejada del cotilleo literario, Bishop ganara el Houghton Mifflin Poetry Prize Fellowship, premio por el cual editaría su primer poemario North & South en 1946.

Al ganar notoriedad cuando se reunía con poetas que terminaban tomando partido en batallas filosóficas, Bishop se quedaba en la tierra media: “Me gusta el blanco y negro”, escribió, “amarillo y rojo, jóvenes y viejos, ricos y pobres, y el macho y la hembra, todo mezclado.” De igual forma a Bishop nunca le gustó caer en polémicas ni en críticas hacia otros escritores. Ella evitó posturas literarias aunque podía llegar a realizar comentarios sarcásticos que denotaban cierta posición. En relación con EE Cummings, bromeó: “hay que pretender que nunca ha visto un poema de Cummings antes, y eso es difícil.” Acerca de Salinger comentó: “Henry James lo hizo mucho mejor en una o dos frases largas.” De Robert Bly y Octavio Paz dijo que eran “demasiado vagos” y, de Allen Ginsberg opinó: “simplemente no puede escribir.”

 

Brasil, un hermoso accidente

Bishop tuvo la suerte de tener el dinero suficiente para salir del paso, sin embargo nunca llegó a ser una mujer de dinero. Un pequeño fondo fiduciario consiguió su inició en el mundo de la poesía, algunos artículos para el New Yorker, más la ayuda de amigos bien dotados, por lo general mujeres. Los hombres que la ayudaron fueron dirigidos por Lowell, quien utilizó sus muchas conexiones para llegar a las becas si a Bishop le surgían emergencias.

Tras recibir 2.500 dólares como beca para viajes del Bryn Mawr College en 1951, Bishop partió en barco a visitar Latinoamérica. Sin embargo, en una escala en Río de Janeiro durante su viaje, Bishop comió la carne que envuelve al merey -anacardo- y sufrió una reacción alérgica que le deformó su rostro. Bishop tenía previsto pasar dos semanas en compañía de su amiga Mary Morse, pero se quedó en tierras brasileñas los siguientes quince años. El pistoletazo para el cambio de planes fue originado por la arquitecta brasileña Carlota de Macedo Soares, Lota, quien ayudó a la poeta norteamericana justo después de sufrir el ataque alérgico con el anarcardo.

La relación Bishop – Lota duró 15 años entre Río de Janeiro y Ouro Preto, un mix de amor, pasión, intimidad, infidelidades y adaptación, especialmente para la poeta norteamericana. Durante dos décadas, Bishop encontró en Brasil el consuelo a los horrores de su niñez en los suburbios de Boston.

Durante su estancia en Brasil, Bishop fue galardonada con el premio Pulitzer por su libro North & South – A Cold Spring, que agrupaba varios poemarios y posteriormente recibiría el National Book Award, entre varios premios que vendrían después.

Cuestiones de viaje, poemario basado en sus experiencias en ese país y dedicado a Lota,  es posiblemente el libro que responde a una estabilidad emocional, a una sensación de felicidad que se reflejaba en su poesía.

Pero la historia de amor que comenzó felizmente terminó en dolor: el alcoholismo, la depresión, el adulterio y, por último, el suicidio. Bishop recibió a Lota en Nueva York durante una de sus rupturas. En la primera madrugada que pasaron juntas Lota murió de una sobredosis de somníferos. Años después en Boston, Bishop escribiría una carta a su amigo James Merrill:

“Es Carnaval en Río, y anoche desfilarían las escuelas en el Sambódromo… yo me puse un disco y sambé aquí, a solas, toda la noche por la habitación”.

El legado de Bishop es claro: escribir poemas perfectos y haberse mantenido alejada de la escena poética norteamericana desde Brasil, logró crear en ella un estilo propio evitando la poesía estilo confesionario o la poesía gay, haciendo sobrevivir su obra a la época en que fue escrita.

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