Ilustración de portada: Alberto Montt
Te tengo una pregunta: ¿Qué son para ti las emociones?
No es algo fácil de describir, ¿cierto? Mi amigo y mentor Alan Questel define las emociones como sensaciones puestas en un contexto. Él siempre da este ejemplo que te quiero contar ahora porque me parece genial:
«Imagínate que vas en un coche, y el conductor está manejando como un loco. ¿Tú qué haces? Te agarras fuerte, gritas, sudas y el corazón se te acelera. Y dices que tienes miedo.
Ahora imagínate que te encantan los juegos mecánicos y estás en la montaña rusa. ¿Qué haces? Te agarras fuerte, gritas, sudas y el corazón se te acelera. Y dices que la estás pasando fenomenal y estás disfrutando mucho!
Como ves, las sensaciones son las mismas, pero el contexto cambia, haciendo que vivamos las situaciones de una forma muy diferente.»
Este ejemplo me parece clarísimo para describir cómo percibimos las emociones. Finalmente las emociones son sensaciones físicas, que dependiendo del contexto que estemos viviendo, les ponemos un nombre.
El ver así las emociones nos da mayor poder sobre ellas. La experiencia de muchas personas con las emociones es que, o no las sienten y no se enteran de lo que les pasa, pero si sufren las consecuencias físicas (estrés, lesiones, dolores, etc), o sienten demasiado, tanto que los abruma y no pueden hacer nada con ello. Seguramente tú has tenido alguna vez una de estas experiencias con tus emociones.
Sin embargo, el ver las emociones como sensaciones en un contexto, nos devuelve poder sobre ellas. Y el apoderarnos del cuerpo influye así en nuestros sentimientos.
Digamos que te enojas mucho. Y cuando lo haces, aprietas los puños, subes los hombros, tu respiración es elevada y rápida y aprietas el abdomen.
Entonces se da un círculo vicioso. Entre más sostienes esa postura corporal, más crece la emoción, y viceversa. Por eso hoy te quiero proponer algo. Imagínate que separas tu emoción de esa postura corporal. Si estás enojado y te dicen que te calmes, eso no ayuda, ¿cierto? Si estás triste y te dicen “¡alégrate!”, tampoco. Pero tenemos otra opción que muchas veces olvidamos: modificar nuestra postura.
Sigamos con el ejemplo del enojo. No te pido que dejes de estar enojado, sino que cambies tu atención. Y la lleves por ejemplo a las manos, y las aflojes. A los hombros y los bajes. A la respiración y la hagas más profunda. Al abdomen y lo sueltes. Este proceso no va a ser inmediato, pero sí posible. Y logras entonces modificar tu postura. ¿Qué pasa con esa emoción? ¡También se modifica!
Por eso hoy quiero compartirte un proceso de 7 pasos para que mejores tus emociones a través del cuerpo. Recuerda que el enojo solo es un ejemplo, puedes aplicar estos 7 pasos a cualquier emoción que no te permita responder en el mundo de la mejor manera.
Emociones y postura están íntimamente ligadas, hay una postura, individual y única, que si la encuentras, definitivamente vas a ser mucho más feliz, saludable y pleno.
Así que empecemos con los 7 pasos:
- Siente lo que sientes:Muchas veces cuando tenemos una emoción que no quisiéramos sentir (aceptemos que si la quiere cambiar es porque no te gusta, ¿no?), hacemos justamente eso, no sentirla. Entonces nos desconectamos de nosotros mismos, adormeciéndonos de alguna manera: trabajando, viendo la tele, como sea. O buscamos una descarga que nos dé satisfacción inmediata, por ejemplo gritándole a alguien, pero que no nos da real bienestar. Lo que te propongo es eso: por más incómodo que sea, haz un alto y siente exactamente lo que estás sientiendo. Detente, y antes de reaccionar en automático, y sin intentar cambiar aún esa reacción, introduce una pausa entre la emoción y tu respuesta. Y siéntete.
- Identifica el patrón corporal que acompaña a la emoción: Ahora que te sentiste, ve más profundo, haciendo un escaneo de tu cuerpo. ¿Cómo es la postura que acompaña a esa emoción? Identifícala lo más claramente posible. (si eres nuevo aquí y no sabes lo que es un escaneo mira este video)
- Date cuenta del inicio de ese patrón: Este paso es fundamental. ¿Cómo empieza el patrón? ¿Qué es lo primero que aparece? Si puedes sentir cuando empieza a aparecer la fisicalidad que acompaña a la emoción, es un momento valiosísimo, porque ahí es donde queremos intervenir para tener más bienestar. Sigamos con el ejemplo del enojo. Supongamos que lo primero que haces es acelerar la respiración. Si has aprendido a sentirte a ti mismo profundamente, en el momento en que la respiración se empieza a acelerar, te das cuenta y ahí puedes elegir. Si te pierdes ese momento, el patrón corporal se instala de forma automática, y junto con él la emoción.
- Usa el movimiento inteligente: Cuando sientas que estás en el inicio, haz un movimiento inteligente para que tu cuerpo no siga por esa ruta automáticamente, sino que encuentre otra más sana y creativa. Aquí es muy importante que recuerdes que tu no vas a imponerle nada a tu cuerpo, sino que vas a usar el movimiento inteligente de tal modo que tu cuerpo, espontáneamente, encuentra otra solución.
- Observa y siente otra vez las emociones: Una vez que modificaste la postura física, observa cómo están las emociones.
- Comportamiento nuevo: Ya que no estás atrapado por tu reacción emocional automática, pregúntate, desde esa nueva postura, qué otra respuestas podrías tener al contexto que te dispara esa emoción. ¿Cuál sería la mejor respuesta para todos?
- Repite: Repite los pasos anteriores. Cuanto más los practiques en cualquier situación, especialmente en situaciones que no te alteren mucho emocionalmente, sino que sean más cotidianas, vas a estar más preparado para cuando enfrentes desafíos más grandes, que todos tenemos.
Ahora te toca a tí, cuéntame en los comentarios cómo usas tu cuerpo para mejorar tus emociones.