La semilla de la bruja de Margaret Atwood: la reescritura de un clásico

La semilla de la bruja - Margaret Atwood
La Tempestad, Miranda, Prospero y Caliban. Colección de Ilustraciones de Josiah Boydell. Artista desconocido. Print Collector/Getty Images

Una traición, una isla, una venganza. Palabras que sintetizan el contenido de la obra La Tempestad de William Shakespeare. La escritora Margaret Atwood recrea en su última novela, La semilla de la bruja (Lumen, 2018), la historia de Próspero, Miranda y Calibán y la ambienta en un pueblo del suroeste de Canadá, en el presente siglo. La narración forma parte del proyecto The Hogarth Shakespeare Series cuyo objetivo es recrear las piezas teatrales del bardo inglés, en el que han colaborado otros escritores como Jeanette Winterson, Anne Tyler y Howard Jackobson.

El deseo de venganza de Próspero, duque de Milán, a quien su hermano Antonio traiciona y abandona en una barca junto a su hija Miranda, cobra vida en el personaje de Félix, un director de teatro que sufre la misma felonía por parte de su socio. Durante los ensayos de La Tempestad en el Makeshiweg Theater Festival, Félix es despedido y sustituido en el cargo por su hasta entonces mano derecha. Humillado en su profesión y sumido en la tristeza ante la reciente pérdida de su pequeña hija Miranda, el personaje se retira a una cabaña a rumiar su destino. Los meses de ostracismo lo ayudan a reflexionar y se propone dos objetivos: lograr montar la obra shakesperiana y vengarse de quienes hundieron su carrera artística.

La novela de Atwood se estructura sobre una doble recreación de la acción que mueve la pieza shakesperiana al entrelazar los deseos del personaje y convertirlos en el eje de la historia. El hilo conductor de la versión narrativa exalta el contenido sin perder su significado teatral: la isla de Próspero se convierte en una cárcel moderna en la que presos pagan su condena y en donde el viejo director hace las veces de demiurgo al transformar a los prisioneros en actores, cuya puesta en escena facilita a Félix consumar su venganza.

Portada de La semilla de la bruja de Margaret Atwood – Foto vía Editorial Lumen

Estructurada en cinco capítulos a semejanza del drama, cada uno de ellos dividido a su vez en varias partes a modo de escenas, Atwood recrea algunos de los motivos que la crítica ha destacado de la obra y juega con ellos: la antítesis entre la naturaleza y el arte, la condición ambigua del alma humana, la relación del amo y el esclavo, y les da forma en este mundo de recursos tecnológicos donde la ambición, la lucha por el poder y la venganza conviven con la capacidad de amar y perdonar; emociones y sentimientos que anidan en los seres humanos de cualquier época y que la escritora ha sabido actualizar en este relato.

De fácil lectura sin perder profundidad, la escritora canadiense rinde homenaje a Shakespeare en esta novela, al ofrecer al público la recreación de La Tempestad, una de las tragicomedias románticas en la que el Cisne de Avon conjuga la venganza y el perdón, acciones que hablan de la dualidad del ser humano a la que Atwood imprime su propio sello con la fineza que caracteriza su escritura.

 

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