Entender eso que llaman amor y que Svetlana Alexiévich afirma “es lo único que nos salva”, es algo que hemos dejamos de lado hoy en día en un mundo marcado por la obligatoriedad del éxito, el cinismo y la posverdad. No es de extrañar que en la previa a San Valentín, ayer volviera a casa pensando en el significado del amor y no solo el amor erótico, ese que siempre profesamos en parte por nuestra animalidad, sino en el amor romántico, ese otro que vende películas, bombones y rosas el día de hoy.
A decir verdad, ninguno de los dos tipos de amor se separa, esa conexión íntima, como diría Octavio Paz es más compleja. El amor platónico, ese que condena el carnal, creado por Platón no por la Iglesia Católica, nos remite al amor como idea, como esencia. Platón creía que el enamorado era atraído por las ideas por la esencia, pero esa forma superior era anulada al establecer una conexión con el cuerpo. El amor actual que se profesa en Occidente nace de la confluencia del platonismo y el cristianismo y, asimismo, de lo que se les opone.
El amor que profesamos hoy en día no niega al cuerpo ni al mundo, “tampoco aspira a otro ni se ve como tránsito hacia una eternidad más allá del cambio y del tiempo. El amor es amor no a este mundo sino de este mundo; está atado a la tierra por la fuerza de gravedad del cuerpo, que es placer y muerte. Sin alma no hay amor pero tampoco lo hay sin cuerpo.”
Octavio Paz cierra con esta reflexión uno de mis libros de cabecera para entender el erotismo y el amor como confluencia, La llama doble (Seix Barral, 1993).
Recordando este texto fue como terminé ayer en la noche hallando once palabras que hoy en día quizás me hacen entender ciertas sensaciones: amor, sexo, pasión, emoción, goce, deseo, cariño, atención, empatía, estabilidad y comunicación. Y es quizás esas mismas palabras las que recorren el hilo argumental de Paz en La llama doble: desde el deseo de poseer el cuerpo vislumbrado, pasando por el goce sexual, al deseo y la atención por seguir en posesión, a su vez se generan a través de una comunicación empática que termina el en cariño o amor desde una sensación de estabilidad.
El simple hecho de estar vivos y despertarnos día a día, ¿no es la forma más pura expresión de y hacia el amor?.
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